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Echoes of Oblivion

  El remate del hombre muerto

  Seis seres. Seis universos.

  ?Pero qué pasa con el sexto…?

  Los celos y la traición la condenaron al olvido.

  El sexto universo era el más amado, el más grande… pero también el más odiado. Sus propios hermanos, consumidos por la envidia, lo despreciaban. Y cuando llegó su hora, no hubo piedad. Solo oscuridad.

  Olvidado.

  El ser que una vez gobernó ese universo cayó en desgracia. Sazasuka, un nombre que alguna vez resonó con poder, quedó reducido a la nada. Pero en su miseria, encontró algo que los dioses le habían quitado: el amor.

  Conoció a una mortal: Elizabeth.

  Las leyes divinas eran claras: un dios no debe amar a un humano. Pero las reglas solo importan cuando todavía tienes un lugar entre los tuyos. Sazasuka no tenía nada que perder.

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  Pasaron los a?os. En su exilio construyó una nueva vida. En su desierto encontró la paz. Con Elizabeth tuvo una hija, un ser hermoso e inocente que nunca conocería la crueldad de los dioses.

  O eso creía él.

  Sus cinco hermanos lo encontraron.

  No vinieron con palabras, no vinieron con misericordia, no vinieron con arrepentimiento, vinieron con fuego y destrucción.

  El sexto universo ardió.

  Sazasuka, desesperado, gritó al cielo: “?Dónde está Dios?”. Pero el cielo no respondió. Dios se había olvidado.

  El más débil. Ese era su rango. Ese era su destino. Mientras su mundo era arrasado, mientras los gritos de su pueblo se desvanecían bajo las llamas y el acero, él no podía hacer nada.

  Los golpearon.

  Los humillaron.

  Y cuando ya no pudo moverse… le quitaron todo.

  Isabel murió primero. Su sangre empapó el suelo mientras su mirada se desvanecía, buscando un último rayo de esperanza. Nunca lo encontré.

  Su hija lo siguió. No hubo piedad, ni compasión, solo crueldad sin sentido.

  Sazasuka lo vio todo. Sintió que cada segundo se extendía hacia la eternidad. La impotencia se convirtió en odio. El odio se convirtió en rabia. Y la rabia... se convirtió en algo peor.

  él no los perdonaría.

  él no los mataría simplemente.

  él les haría sufrir.

  El dolor que le infligieron… él lo devolvería multiplicado por mil. No sólo sus hermanos. Hasta el mismo Dios pagaría por haberlo abandonado.

  La sangre de los dioses llovería sobre los cielos.

  El Sexto Olvidado regresaría.

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