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Capítulo 47: Ryder el Gran Espíritu Elfo

  El entrenamiento había comenzado. Sarah, Ryder y Raizel se encontraban en el centro de un campo abierto, rodeados por el aura de Eldric. Sin previo aviso, su figura se desdobló en tres formas idénticas, cada una irradiando un brillo diferente. Sus miradas se posaron en los tres aprendices y, sin necesidad de palabras, cada uno de ellos sintió un tirón invisible que los llamaba hacia su destino.

  Ryder fue el primero en moverse, atraído por un Eldric cuya presencia era tan etérea como el aire antes de una tormenta. Un parpadeo deshizo la realidad y, cuando volvió a abrir los ojos, se encontraba en un vasto desierto de arena blanca, tan pura que cegaba la vista. El sol colgaba inmóvil sobre el horizonte, como un centinela implacable.

  —Este es tu campo de entrenamiento —dijo Eldric, su voz resonando con la autoridad de un trueno lejano—. La arena que ves aquí no es común. Es un mar de memorias olvidadas, cada grano es una historia, una vida que existió y se desvaneció en el tiempo.

  Ryder tragó saliva, sintiendo que cada paso que daba sobre la arena era como pisar la historia de incontables almas. Inspiró profundamente, y el aire, aunque ligero, se sintió pesado con el peso de la eternidad.

  —?Qué debo hacer? —preguntó, su voz firme, pero con un leve temblor de expectativa.

  Eldric sonrió apenas y alzó una mano. De inmediato, una tempestad de arena se alzó como una criatura viviente, girando en espirales voraces.

  —Debes aprender a sentir el espíritu del viento —dijo, mientras la tormenta se desataba con furia—. No basta con verlo ni con oírlo. Debes danzar con él.

  Ryder cerró los ojos y extendió las manos. El viento le rugió al oído como un león enfurecido, azotando su piel con la caricia ardiente de la arena. Trató de moverse, pero la tormenta lo arrojó de rodillas.

  —No lo resistas —dijo Eldric con calma—. Escúchalo.

  Ryder respiró hondo. Sus cabellos se arremolinaron, y su corazón latió en sincronía con el caos que lo rodeaba. Lentamente, comenzó a moverse, sus pies deslizándose sobre la arena como hojas en un arroyo. El viento, que antes lo rechazaba, ahora lo rodeaba en un abrazo feroz, pero sin hostilidad.

  En ese instante, comprendió. No era una prueba de resistencia, sino de armonía. La arena, el viento y él debían convertirse en uno.

  Y entonces, el desierto dejó de ser un enemigo. Se transformó en un susurro, un latido, un compa?ero que esperaba ser comprendido.

  Eldric asintió con aprobación.

  —Bienvenido a la primera lección, Ryder. Ahora, el verdadero entrenamiento comienza.

  Eldric observó a Ryder con una expresión impenetrable, como si analizara cada partícula de su ser. El viento en el desierto de arena blanca se agitó con fuerza, danzando a su alrededor como si respondiera a una verdad inminente.

  —Sé lo que eres, Ryder —dijo Eldric con voz firme—. No solo eres un elfo, ni solo un espíritu. Eres ambos. Y eso te hace único. Tienes la esencia de dos mundos fluyendo en tu sangre.

  Ryder bajó la cabeza por un momento. Sus pu?os se cerraron con fuerza, como si intentara contener un torrente de emociones.

  —Es cierto que tengo sangre de elfo y espíritu —dijo en un susurro que se perdió por un instante en el viento—. Pero esa mezcla nunca me trajo felicidad... Solo dolor.

  Eldric lo miró en silencio, permitiéndole continuar.

  —Mi madre es un espíritu. Mi padre, un elfo. Su amor fue condenado desde el principio. Cuando nací, mi existencia fue vista como un sacrilegio. Los elfos me odiaban. Los espíritus me despreciaban. No pertenecía a ninguno de sus mundos.

  Los ojos de Ryder se oscurecieron con la sombra de los recuerdos.

  —Mi infancia fue un infierno —continuó, su voz temblando de furia contenida—. Era un mestizo. Y los elfos odian a los mestizos. No importaba cuánto intentara encajar, siempre fui una aberración para ellos. Los líderes elfos, aquellos que supuestamente protegen a su pueblo, decidieron que mi existencia era un error que debía ser corregido.

  Su garganta se cerró un instante antes de continuar.

  —Intentaron ejecutarme.

  El aire a su alrededor se volvió más denso, como si la misma naturaleza sintiera el peso de sus palabras.

  —Mi madre y mi padre no pudieron protegerme. Sabían que no podía vivir ni con los elfos ni con los espíritus. Así que tomaron una decisión: me enviaron al Plano Espiritual. Un lugar donde otros como yo podían encontrar refugio. Pero estaba lejos... demasiado lejos. Tan apartado que ni siquiera podía verlos.

  Ryder alzó la vista hacia el cielo sin nubes. Sus ojos brillaban con un dolor antiguo, pero también con un destello de esperanza.

  —Pasé a?os en ese lugar, en soledad. No podía ver a mis padres, solo recibía sus cartas. Letras entintadas con amor, pero vacías de presencias. Nunca más pude abrazarlos. Nunca más pude escuchar sus voces. Pero... sé que están vivos. Lo siento en mi corazón. Mi vínculo con ellos es inmenso.

  Un silencio se extendió entre ellos. Eldric cerró los ojos por un instante, dejando que el viento arrastrara las palabras de Ryder hacia el infinito.

  Finalmente, Eldric avanzó, colocando una mano firme sobre el hombro de Ryder. Su toque era fuerte, pero también reconfortante. Como un árbol antiguo que ofrece sombra a un viajero cansado.

  —Ryder —dijo con voz serena—. Tu poder es mucho más de lo que crees. Está dormido, esperando el momento en que finalmente lo despiertes. Tu sangre es la herencia de dos de las razas más poderosas de este mundo. Los elfos, con su conexión con la naturaleza, la magia y la sabiduría ancestral. Los espíritus, seres de misterio, capaces de desafiar las leyes mismas de la existencia.

  Ryder sintió un escalofrío recorrer su espalda.

  —Pero... ?y si nunca puedo despertarlo?

  Eldric sonrió, con la paciencia de alguien que ha visto incontables destinos entrelazarse.

  —Tienes un potencial que ni siquiera los elfos ni los espíritus pueden comprender. Ellos te temieron, no porque fueras un error, sino porque eres algo que está más allá de su entendimiento. No te preocupes. Yo te ayudaré. Y cuando tus habilidades despierten, el mundo sabrá que Ryder no es un error... sino una leyenda en ciernes.

  El viento sopló con más fuerza. Ryder sintió su corazón latir con una nueva determinación. La arena, antes inerte, comenzó a elevarse a su alrededor en suaves espirales, como si respondiera a una llama que se avivaba en su interior.

  Por primera vez en mucho tiempo, Ryder creyó que quizá... solo quizá, podía cambiar su destino.

  Un estruendo sacudió el aire, un rugido desgarrador que resonó en cada rincón del vasto territorio de Eldric. El viento se agitó en espirales caóticas, y la arena blanca pareció vibrar bajo sus pies. Luego, el grito.

  Un grito poderoso, ancestral, colmado de una fuerza primigenia.

  Ryder sintió que su corazón se detenía por un instante. Sus oídos reconocieron la voz al instante, una voz que había llegado a considerar como un pilar en su viaje.

  —?Sarah! —exclamó, girándose en dirección al sonido. Sus piernas se tensaron, listas para impulsarlo a la carrera—. Algo le ha pasado, debo ir con ella.

  Sin embargo, cuando se preparaba para moverse, una mano firme se posó en su hombro. Era Eldric. Su expresión permanecía serena, pero sus ojos reflejaban conocimiento y certeza.

  —No te preocupes —dijo con voz imperturbable—. Ella estará bien.

  Ryder frunció el ce?o, la urgencia en su pecho luchando contra las palabras de Eldric.

  —?Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó—. Ese grito... nunca la había escuchado así.

  Eldric asintió lentamente, su mirada perdiéndose momentáneamente en la distancia.

  —Porque ha despertado como una auténtica vampira.

  Ryder sintió que el aire se volvía más pesado a su alrededor. Sus pensamientos se arremolinaron en su mente como un torbellino descontrolado.

  —?Auténtica vampira...? —murmuró, apenas procesando lo que Eldric había dicho.

  —Así es. —Eldric fijó su mirada en Ryder—. Los vampiros poseen una verdadera forma, un estado al que pocos logran llegar. Ella lo ha conseguido. Ha evolucionado. Ha abrazado su esencia.

  El asombro inicial en los ojos de Ryder dio paso a algo más. Una chispa. Inspiración.

  —Ella lo logró... —susurró, apretando los pu?os. Su corazón latía con renovado vigor—. Si ella pudo hacerlo, entonces...

  Eldric esbozó una ligera sonrisa, percibiendo el cambio en su estudiante.

  —Exactamente. Si ella lo logró, ?por qué tú no? —Su voz resonó con fuerza, como un trueno a la distancia—. Ryder, has pasado mucho tiempo dudando de lo que eres. Pero es hora de que entiendas la verdad. Tu evolución es inminente. Tu destino está escrito en las mismas fuerzas que rigen este mundo.

  Ryder lo miró fijamente. Sus ojos reflejaban determinación, pero también un brillo de curiosidad.

  —?Qué quieres decir?

  Eldric cruzó los brazos y lo analizó con detenimiento.

  —Eres un Sylphir.

  Ryder sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. Jamás había escuchado esa palabra antes, pero en lo más profundo de su ser, sintió que tenía sentido.

  —?Sylphir...? —repitió, tratando de asimilarlo.

  —Así se llaman los hijos de un espíritu y un elfo —explicó Eldric—. Es una raza extremadamente rara, tan rara que muchos creen que son sólo un mito. Pero ahora entiendes por qué has sido rechazado, ?no? No porque seas un error, sino porque eres algo que va más allá de la comprensión de los demás.

  Ryder cerró los ojos por un instante. Todo encajaba. Su conexión con la naturaleza, su afinidad con lo etéreo. Su sensación constante de ser algo diferente, algo más.

  —Siendo un Sylphir —continuó Eldric—, posees dos habilidades únicas. Los humanos solo tienen una, pero tú eres distinto. Tu potencial es vasto, y ha permanecido dormido hasta ahora. Pero ha llegado el momento de despertarlo. Y para ello... te pondré a prueba.

  Ryder alzó la cabeza. La duda se había disipado de su mirada. Ahora solo quedaba una certeza ardiente en su interior.

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  —Estoy listo —declaró con firmeza—. No importa lo que tenga que hacer. No importa lo difícil que sea. Voy a descubrir lo que soy capaz de lograr.

  Eldric asintió, con una satisfacción silenciosa.

  —Entonces, demuéstramelo. Revela tus habilidades y déjame ver de lo que está hecho un verdadero Sylphir.

  El viento rugió a su alrededor, como si el mismo mundo respondiera al desafío. Y así, Ryder dio su primer paso hacia su verdadera evolución.

  El viento rugió como un lobo hambriento cuando Ryder se lanzó hacia Eldric. Sus piernas se impulsaron con una velocidad feroz, dejando tras de sí una estela de arena blanca que se dispersaba en el aire como cenizas en una tormenta.

  Eldric lo esperó sin moverse, con una expresión estoica y desafiante. Sabía que Ryder tenía un gran poder oculto, pero también sabía que él mismo aún no lo comprendía. Y hasta que lo hiciera, esta batalla sería solo un calentamiento.

  Ryder alzó su pu?o, la energía vibrando en su piel como un relámpago a punto de desatarse.

  —?No me contendré! —gru?ó, y descargó un golpe directo al rostro de Eldric.

  Pero Eldric ni siquiera pesta?eó.

  Con un simple giro de su cuerpo, esquivó el golpe de Ryder y colocó su mano en el pecho del joven Sylphir. En un instante, Ryder sintió un impacto brutal, como si una monta?a entera se hubiera derrumbado sobre él. Saló despedido por el aire, rodando varias veces sobre la arena antes de detenerse, con el aliento entrecortado.

  —Demasiado predecible —dijo Eldric, su tono calmado pero severo—. Tienes velocidad, tienes fuerza, pero no tienes control. Te lanzas como una tempestad sin rumbo, y eso no te llevará a la victoria.

  Ryder se levantó con los dientes apretados, limpiándose la sangre del labio con el dorso de la mano.

  —Entonces, ?veremos si puedes predecir esto! —gritó, y en un parpadeo, desapareció.

  Eldric alzó una ceja. La arena a su alrededor se agitó con una energía etérea. Ryder apareció a su izquierda en una fracción de segundo y lanzó una patada giratoria. Eldric bloqueó con su antebrazo, pero esta vez sintió una presión diferente.

  ?El aire a su alrededor vibraba!

  Ryder volvió a desaparecer y reapareció detrás de él, atacando con un código de movimientos que fluía como el viento mismo. Cada golpe era más rápido, más preciso. La arena se elevaba con cada paso, creando una danza de polvos blancos que envolvía el campo de batalla en un torbellino de caos.

  Eldric sonrió levemente.

  —?Eso es! —exclamó, desviando un golpe de Ryder y respondiendo con una onda de energía que hizo retroceder al joven.

  Ryder aterrizó de pie, respirando con fuerza, su pecho subiendo y bajando con rapidez. Pero sus ojos ahora brillaban con algo más que determinación.

  —Puedo sentirlo... —susurró. El aire respondía a sus movimientos, su cuerpo se sentía más ligero, como si la misma brisa lo guiara.

  Eldric inclinó la cabeza.

  —Finalmente lo estás sintiendo. Pero aún no basta.

  Se movió como un destello. En un abrir y cerrar de ojos, estaba delante de Ryder. Sin dar tiempo para reaccionar, le golpeó el abdomen con la palma de la mano. Ryder sintió una corriente de energía recorrer su cuerpo como un torrente imparable.

  ?BOOM!

  El golpe lo lanzó de nuevo por los aires, pero esta vez, en lugar de estrellarse contra la arena, algo cambió.

  El viento lo sostuvo.

  Ryder se detuvo en el aire, flotando por un instante. Sus ojos se abrieron con asombro.

  —?Qué...?

  Eldric cruzó los brazos y asintió con aprobación.

  —Lo has despertado. Tu primera habilidad.

  Ryder descendió suavemente, sus pies tocando la arena sin hundirse. El viento bailaba a su alrededor, como un aura invisible que respondía a su presencia.

  —?Qué es esto...? —preguntó, sintiendo la energía recorrer su piel.

  —La herencia de tu sangre espiritual —dijo Eldric con una leve sonrisa—. Control sobre los vientos etéreos. Ahora, solo queda despertar la segunda.

  Ryder apretó los pu?os, sintiendo una emoción indescriptible recorrer su ser. Había pasado toda su vida sintiéndose perdido, sin un camino claro, sin entender su verdadera naturaleza. Pero en ese momento, por primera vez, sintió que se acercaba a la verdad.

  —Estoy listo para seguir —declaró, su voz firme como un vendaval dispuesto a arrasar todo a su paso.

  Eldric sonrió de manera casi imperceptible.

  —Entonces sigamos. Aún tienes mucho que aprender, Sylphir.

  Ryder respiraba con dificultad, el viento etéreo danzando a su alrededor, envolviéndolo en corrientes invisibles que vibraban como una melodía ancestral. Su corazón latía con una mezcla de emoción y confusión. Sentía el poder fluir en su interior, pero la sensación de incompletitud persistía, como si hubiera algo más esperando ser descubierto.

  Eldric lo observó en silencio antes de dar un paso adelante. Su voz resonó con firmeza y conocimiento.

  —El control de los vientos etéreos es solo una manifestación de tu herencia como elfo. Pero no es tu verdadera habilidad.

  Ryder frunció el ce?o, confundido.

  —?No lo es? Pensé que este poder era mi habilidad única.

  Eldric negó con la cabeza, su mirada penetrante como el filo de una espada antigua.

  —No, Ryder. Esa habilidad es solo una variante. Tu verdadero don es mucho más grande. Tu conexión con la naturaleza ahora es más fuerte, pero aún no has despertado el otro lado de tu linaje.

  Ryder sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sus pensamientos se arremolinaron como un torbellino.

  —?El otro lado...? —murmuró.

  Eldric asintió, con una chispa de orgullo en su mirada.

  —Tienes el alma dividida entre dos mundos. Por un lado, eres elfo, dotado de una conexión inquebrantable con la naturaleza. Pero también eres espíritu, una entidad que desafía las leyes de la existencia. La fusión de estas dos esencias crea algo que pocos han visto antes: Espiritualidad élfica.

  Las palabras de Eldric hicieron que Ryder sintiera un estremecimiento interno. Su sangre pareció responder, como si las mismas fuerzas que lo componían se agitaban ante la revelación.

  —Espiritualidad élfica... —repitió en voz baja, probando las palabras en su lengua como si fueran una llave para abrir un nuevo destino.

  Eldric siguió con tono solemne.

  —Eres único, Ryder. Puedes combinar los dones de ambas razas. Tu potencial supera los límites de los elfos y los espíritus por separado. Pero hay un obstáculo antes de que puedas dominarlo por completo.

  Ryder alzó la vista, su respiración entrecortada.

  —?Qué debo hacer? —preguntó, con la determinación iluminando su mirada.

  Eldric se cruzó de brazos, su silueta proyectando una sombra imponente sobre la arena blanca.

  —Debes evolucionar a Gran Espíritu Elfo. Pero para hacerlo, tendrás que enfrentar las esencias de ambas razas dentro de ti y fusionarte con ellas. Solo así alcanzarás tu verdadera forma.

  Ryder sintió su garganta secarse. Sus pu?os se cerraron con fuerza.

  —?Enfrentarlas? ?Qué significa eso?

  Eldric hizo un gesto con la mano, y una energía dorada empezó a fluir desde su palma, envolviendo a Ryder con una presión sofocante.

  —Separaré tu alma en dos. Una parte seguirá siendo tú, pero la otra tomará la forma de las esencias de los elfos y los espíritus.

  Los ojos de Ryder se abrieron de par en par. El aire alrededor de él vibró como si el mismo mundo estuviera reaccionando a las palabras de Eldric.

  —?Quieres dividir mi alma? —preguntó con incredulidad.

  —No solo dividirla —corrigió Eldric—. Separarla y luego hacerte enfrentarlas. Solo fusionándote con ambas podrás despertar tu verdadero ser. Si fallas... quedarás atrapado entre dos mundos, sin forma ni identidad.

  Ryder tragó saliva. El miedo intentó abrirse paso en su pecho, pero lo sofocó con una inspiración profunda. Había llegado demasiado lejos para retroceder ahora.

  —Si ese es el precio para descubrir quién soy en verdad... entonces lo haré. Estoy listo.

  Eldric sonrió levemente y levantó ambas manos. El aire a su alrededor se volvió pesado, cargado de una energía que hacía crujir el espacio mismo.

  —Entonces prepárate, Ryder. Este será el mayor desafío de tu vida.

  Un resplandor cegador envolvió el campo de batalla, y Ryder sintió que su propia existencia se desgarraba en dos.

  La prueba final había comenzado.

  El aire se volvió denso, pesado, cargado con una energía antigua e insondable. Frente a Ryder se erguía una figura imponente: la esencia espiritual élfica. Su presencia emanaba una majestuosidad indomable, una luz etérea que parpadeaba como si el mismísimo cosmos la habitara.

  Eldric observó a ambos con gravedad y habló con una voz que resonó en el vasto espacio etéreo donde se desarrollaba el encuentro.

  —Ahora estás ante tu verdadero linaje, Ryder. Ha llegado el momento de enfrentarlo.

  Ryder apretó los pu?os y se puso en guardia, sus ojos ardiendo con determinación. Pero antes de que pudiera moverse, la esencia espiritual alzó la voz.

  —Así que eres un mestizo —dijo con un tono inquisitivo y severo—. Un hijo de dos mundos que pretende reclamar tanto el poder de los elfos como el de los espíritus. Pero dime, ?Qué te hace digno de portar nuestra bendición? Debo comprobar si realmente eres merecedor de la verdadera esencia espiritual élfica.

  Ryder frunció el ce?o, listo para responder con acciones en lugar de palabras. Sin embargo, en el momento en que intentó moverse, su cuerpo se negó a obedecer.

  Un escalofrío recorrió su espina dorsal. No podía mover ni un solo músculo. Sus brazos, sus piernas... incluso su respiración se volvía errática.

  Eldric frunció el ce?o y dio un paso adelante.

  —?Qué está pasando? —preguntó con preocupación palpable.

  Incluso la esencia espiritual élfica pareció confundida.

  —?Por qué no te mueves, mestizo? ?Demuestra tu valía!

  Pero Ryder no respondió. Su mirada se vació, sus párpados temblaron por un breve instante y, de repente, su cuerpo se desplomó al suelo sin vida.

  El tiempo pareció detenerse.

  Eldric sintió un golpe de frío recorrerle el pecho, como si una sombra oscura le hubiese arrebatado el aire.

  —No... —susurró. Corrió hasta donde yacía Ryder y se inclinó sobre él. Su piel estaba pálida, su pecho inmóvil. El brillo de su alma había desaparecido.

  La esencia espiritual élfica también se acercó, su rostro antes imperturbable ahora reflejaba asombro y angustia.

  —Esto no es posible... ?No puede estar muerto! —su voz vibró como un eco en el vacío.

  Eldric cerró los ojos con dolor.

  —Esto es mi culpa... —su voz se quebró—. Yo lo dividí. Yo separé su alma en dos. No consideré el riesgo. Fui demasiado arrogante...

  La esencia espiritual élfica negó con la cabeza, su energía titilando de manera errática.

  —No. Esto no fue tu culpa. Fue la mía... —murmuró con un tono lleno de arrepentimiento—. Bloqueé todo control sobre sus habilidades porque quería ponerlo a prueba. No pensé que... —hizo una pausa, su silueta vibrando con pesar—. No pensé que su existencia dependiera del equilibrio entre ambas partes.

  Eldric apretó los dientes. Sus manos temblaron mientras observaba a Ryder, incapaz de aceptar la realidad.

  Pero entonces, un susurro imperceptible surgió de la nada. Un destello leve, un eco de energía...

  Y algo cambió en el aire.

  —No está completamente perdido... —susurró la esencia espiritual élfica, con renovada determinación—. Pero debemos actuar rápido. ?Aún podemos traerlo de vuelta!

  Eldric alzó la vista con renovada esperanza.

  —Entonces hagámoslo. Antes de que sea demasiado tarde.

  El aire vibraba con una energía antigua y solemne. Eldric observaba en silencio cómo la esencia espiritual élfica se arrodillaba junto al cuerpo inerte de Ryder. Su resplandor etéreo temblaba, como si el peso de un millar de a?os la aplastara.

  —Ryder murió por mi culpa... —susurró la esencia, su voz impregnada de arrepentimiento—. Pero no lo dejaré así. Lo traeré de vuelta.

  Las palabras flotaron en el viento, cargadas de una determinación absoluta. La esencia espiritual élfica cerró los ojos por un momento, dejando que sus memorias lo inundaran.

  —Este será mi regalo para él... por haberlo abandonado cuando era joven. Por ser la peor esencia, incapaz de darle el poder que siempre mereció.

  Eldric apretó los pu?os. La esencia espiritual continuó, su resplandor tornándose más intenso.

  —Lo llamé mestizo... lo menosprecié, lo puse a prueba. Pero no... ?No es un mestizo! Es un Sylphir, el primero en siglos. Ahora comprendo el dolor que le hice pasar. Pero ya no más.

  Un remolino de energía dorada y verde envolvió a Ryder, haciendo que la arena a su alrededor se elevara como si el propio mundo estuviera reaccionando.

  —Te otorgaré todo mi poder, Ryder —susurró la esencia—. Y con ello, todo lo que eres destinado a ser.

  Y sin más, la esencia espiritual élfica se fusionó con Ryder. Un destello cegador iluminó el cielo, y Eldric dio un paso adelante, cubriéndose los ojos con el brazo.

  —?Regresa, Ryder! —bramó—. ?No puedes abandonar a tus amigos!

  El cuerpo de Ryder permaneció inmóvil por unos instantes eternos... hasta que sus dedos se movieron.

  Un jadeo ahogado escapó de sus labios, y sus párpados se abrieron. Sus ojos estaban nublados por la confusión.

  —?Qué... me pasó? —preguntó, con voz ronca.

  Antes de que Eldric pudiera responder, un círculo de luz emergió del suelo, rodeando a Ryder con un resplandor que vibraba entre el verde de los elfos y el rojo de los espíritus.

  —?Eldric, ?Qué está pasando?! —exclamó.

  Dentro del círculo, Ryder se encontró de nuevo con la esencia espiritual élfica. Esta vez, su presencia no era desafiante, sino compasiva.

  —Perdóname, Ryder... —susurró la esencia—. Si tan solo te hubiera entregado mi poder cuando eras un ni?o, no habrías sufrido tanto.

  Ryder avanzó lentamente hacia él, sus pasos firmes, su expresión tranquila.

  —No te culpo por lo que viví —dijo con suavidad—. En ese momento, aunque hubiera tenido todo este poder, no me habría salvado de la discriminación de los elfos. Me habría convertido en un ser aún más odiado.

  La esencia espiritual élfica lo miró con asombro.

  —Lo entiendo ahora —continuó Ryder—. No se trata del poder, sino de quién soy. Y ahora lo acepto. Usaré este don para el bien.

  La esencia espiritual tembló, emocionada por las palabras de Ryder. Una sonrisa etérea se formó en su rostro.

  —Antes de partir, déjame darte un último regalo...

  Extendiendo los brazos, se acercó a Ryder y lo abrazó.

  —Al fusionarnos, desapareceré. Pero no temas. Siempre he sido parte de ti. Ahora, tú eres el portador de nuestro linaje.

  En ese instante, la verdadera evolución comenzó.

  Fuera del círculo, Eldric observó con asombro cómo el resplandor aumentaba. El viento rugió, la tierra vibró y la energía espiritual se elevó como una aurora mística.

  El círculo de luz explotó en un destello cegador. Cuando la energía se disipó, una figura emergió de entre la bruma.

  Era Ryder. Pero ya no era el mismo.

  Su vestimenta había cambiado, confeccionada con telas celestiales que parecían fluir como el viento mismo. Su cabello, ahora largo y verde como las hojas en primavera, caía con elegancia. Sus ojos habían adquirido dos colores: uno rojo ardiente y el otro verde profundo, reflejando el equilibrio entre sus dos linajes. Un aura de poder puro lo rodeaba, verde y roja, oscilando en armonía perfecta.

  Eldric avanzó, con una sonrisa de orgullo en el rostro.

  —Veo que lograste evolucionar a Gran Espíritu Elfo —dijo con un tono satisfecho.

  Ryder flexionó sus manos, sintiendo la energía recorrer su cuerpo con una fluidez natural. Su voz salió firme, llena de certeza.

  —Así es. Ahora soy auténtico. Este poder... ahora será para ayudar a los demás.

  Eldric asintió.

  —Esa es la actitud. Pero por ahora, has hecho suficiente. ?Ve a descansar! Ma?ana continuaremos con el entrenamiento. Puedes quedarte en los hoteles de la ciudad.

  Ryder cerró los ojos por un instante y asintió con una sonrisa.

  —Gracias, Eldric.

  El viento sopló con suavidad a su alrededor, como si el mundo mismo lo reconociera. El camino de Ryder como Gran Espíritu Elfo apenas comenzaba.

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