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CAPÍTULO 2

  Pelear con Serelith no fue nada fácil, pues, efectivamente, esta lo utilizó como bolsa de boxeo, propinándole duros golpes sin darle tiempo a recuperarse del todo. Sin embargo, pasados los cinco minutos, Fulkan seguía en pie, con violáceos moretones cubriendo su cuerpo y rostro, pero en pie al fin y al cabo.

  Era sorprendente que no le hubieran sacado algún diente en el proceso, cosa que lo llevó a creer que la Veyrran se había contenido aunque sea un poco, cosa que agradecía enormemente. Por su parte, Fulkan no había sido capaz de acertar ni un sólo pu?etazo o patada, y mucho menos había utilizado su magia, la cuál era terriblemente destructiva.

  —Tienes aguante —reconoció la mujer lobo con su tono despreocupado, estirando sus brazos con pereza para aflojar su cuerpo—. Serías un buen Protector.

  Los Protectores eran una de las tres especializaciones en las que un cazador podía entrar, siendo aquellos dedicados a, como su nombre lo indicaba, velar por la seguridad de otros, actuando como guardaespaldas.

  —Gracias, creo... —murmuró— Entonces ?He pasado la prueba?

  —Ah sí, la pasaste desde que te vi entrar —Ella rió, dándose media vuelta y recogiendo su gabardina—. Pero no quería perder la oportunidad de probarte, además, se trata de una formalidad que debe seguirse a rajatabla.

  Serelith agitó la prenda para quitarle el polvo y se vistió con ella nuevamente bajo la mirada de leve molestia de Fulkan. En pocas palabras, ella lo había utilizado para descargar estrés.

  —?Eh! no te enojes, te invito a una cerveza —Sin darle tiempo para que reaccionara, lo tomó del brazo, arrastrándolo hacia la taberna del Gremio—. Es toda una tradición.

  La cola de Serelith se movía de un lado a otro con felicidad mientras hablaba de los distintos tipos de cerveza que podían encontrarse en la sede, mientras que el más joven parpadeó confundido; pese a que había vivido en una taberna toda su vida, su madre siempre le había prohibido probar la cerveza, pero al mismo tiempo, no quería saltarse una tradición tan importante como aparentaba ser esa.

  —Beber Sangre de Presa es el primer paso para convertirte en Cazador —explicó ella cuando estuvieron sentados en la barra—. Sólo la preparan aquí, y quita esa cara, no está hecha con sangre.

  Fulkan sintió cierto alivio al escuchar lo último.

  El cantinero ni siquiera les preguntó qué deseaban beber, simplemente dejó dos jarras de un líquido efervescente, con un color rojizo y una espuma blanca en la superficie.

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  —?Desean algo que comer?

  —Un plato de Ciervo de Cuatro Lunas —pidió la mujer— ?Sabes qué? ?Qué sean dos, yo invito, eh...?Cuál era tu nombre?

  —Fulkan, lamento no haberme presentado con anterioridad, pero, todo ha ido muy... rápido.

  La loba asintió, girándose hacia el cantinero.

  —Como te decía, dos platos de Ciervo de Cuatro Lunas y de postre Joyas de Prixis.

  Fulkan no había escuchado de aquellos platillos en su vida. Debían ser cosa de los que pertenecían al gremio o a la alta alcurnia, lugar en el que se prestaba mucha atención a la gastronomía.

  —Bien, brindemos —Serelith sonrió, chocando jarras con el novato. Y entonces, ambos bebieron—. Delicioso, como siempre.

  El sabor frutal y terroso de la cerveza inundó sus papilas gustativas. No era desagradable, pero definitivamente era una bebida a la que no se encontraba acostumbrado, especialmente con el sabor leve a bayas silvestres y pan rústico.

  Afortunadamente, se trataba de algo que no le molestaba beber.

  —?Por qué te uniste al gremio? —preguntó con curiosidad— ?Vamos, vamos, suelta esa lengua y cuéntalo todo!

  Fulkan casi escupió la cerveza cuando Serelith le dio una palmada amistosa en la espalda.

  —Por dinero —mintió, haciendo que la mujer alzara una de sus grisáceas cejas—. La taberna de mi madre no ha estado ganando mucho últimamente, por lo que creí que una buena forma de conseguir dinero sería uniéndome al Gremio.

  Eso último no se trataba de una mentira.

  —Ya veo.

  —?Qué hay de ti?

  La loba sonrió de lado.

  —Porque fui rescatada por Cazadores cuando sólo era una ni?a, así que, me crié para esto —respondió restándole importancia—. Ya sabes, típica huérfana de guerra que es encontrada por un grupo y terminan criándola. Nada del otro mundo.

  Fulkan bajó la mirada, sin querer preguntar demasiado al respecto.

  —Y así me volví en una Cazadora carente... —comentó gui?ando uno de sus ojos— Carente de miedos, de preocupaciones y de rivales.

  Fulkan contuvo una risa, mientras dos platos de carne humeante eran puestos frente a ellos. Al joven se le hizo agua a la boca con tan solo oler aquel manjar.

  —?Primera vez probando el Ciervo de Cuatro Lunas? —Serelith se apresuró a comer, y hablando con la boca llena, continuó— Sabe mejor de lo que huele, te lo aseguro.

  —Gracias por la comida, se?orita Serelith.

  —Hehe... —rió moviendo su cola de un lado a otro— La próxima la invitas tú, cuando hayas completado tu primera misión.

  Fulkan asintió, y se llevó un trozo de carne blanda a la boca. Era realmente exquisito, tratándose de la mejor comida que había probado en su vida.

  Rápidamente, se apresuró a comer como si su vida dependiera de ello, a lo cual Serelith rió, para posteriormente murmurar un:

  —Bienvenido al Gremio, Fulkan.

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