Salir del bullicio de la ciudad y encontrarse con la tranquilidad del campo, era toda una experiencia, especialmente para alguien que nunca había abandonado Arenzae.
Gracias a que el Gremio solía costear el transporte, los tres jóvenes montaron a caballo y partieron hacia más allá de la gruta, dónde el campo de abría en forma del Valle de las Primolas, nombrado así en honor a las flores que crecían en alguno que otro arbusto.
Arboladas ocasionales podían encontrarse a medida que avanzaban, cuyas hojas verdes eran iluminadas por el sol rojizo del atardecer, convirtiéndola en una visión etérea y cargada de belleza natural.
Fulkan se encontraba genuinamente maravillado, tanto, que había olvidado su enojo inicial hacia Terek.
—?Primera vez saliendo de la ciudad? —Lumia preguntó con una sonrisa genuina— ?Creo que es realmente hermoso, los paisajes, el aire del campo, la tranquilidad que aquí se respira! ?Oh, y espera al anochecer, las estrellas se ven hermosas en campo abierto!
Fulkan observó a su compa?era, asintiendo silenciosamente y dedicándole una peque?a sonrisa. Lumia le parecía a simple vista una joven bastante alegre.
—Lamento mi mala memoria pero... ?En qué consiste la misión? —murmuró Fulkan, intentando que el casta?o no le escuchase o sería otro motivo de desconfianza y burla.
—Debemos encontrar una planta llamada Lacrima —explicó la de cabellos verdes, animadamente pero regulando su tono de voz—. Se utiliza en ungüentos, es un pedido de un alquimista... el problema es que suelen ser resguardadas por espíritus un tanto posesivos.
—Ya veo —él inclinó su cabeza hacia un lado—. ?Lucharemos con ellos?
—Tal vez sí, tal vez no —contestó Lumia—. Todo depende de si podemos negociar o no, algunos espíritus, especialmente los más ancianos, son muy inteligentes, casi como un humano ?Y sabes? Hasta tienen su propio idioma.
El pelirrojo estaba genuinamente sorprendido, después de todo, Lumia parecía saber bastante sobre espíritus, lo que les daría una gran ventaja a la hora de enfrentarse a estos.
—?Y si no son inteligentes?
—Entonces los golpeamos —soltó con simpleza acompa?ada de una sonrisa burlona.
Terek se mantuvo en silencio, escuchando la conversación y estrechando levemente los ojos; tenía muchas ganas de intervenir, de espolear a su corcel entrometiéndose así entre ambos, pero por Lumia, se contuvo, intentando convencerse de que no estaba en absoluto celoso de la atención que el nuevo estaba recibiendo.
A medida que avanzaban, la oscuridad se cernía sobre el campo y el ambiente se volvía cada vez más fresco. Adentrándose en un declive natural que era custodiado por hileras de árboles en una especie de corredor envuelto en maleza.
De entre los arbustos, una forma traslúcida emergió con velocidad inhumana. Compuesto por vapor cristalino en la forma de un ciervo azulado, sus ojos destellaban en una blanca energía pura. A su lado, otras criaturas emergieron, similares a quimeras con largas garras, y otra parecía un matorral espinoso andante.
—?Espíritus! —exclamó Lumia con emoción.
Pero la emoción le duró poco, pues aquel ciervo embistió a Fulkan, quien se lanzó del caballo, cayendo con una voltereta mientras recubría de roca volcánica sus pu?os. El corcel cayó al suelo asustado ante el ataque de la criatura, levantándose rápidamente y huyendo con un relincho.
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Terek invocó su Eidolon, un arco carmesí, y concentrando su magia, disparó una flecha de fuego a uno de los espíritus, el cuál chilló al arder en llamas.
Sin pensarlo demasiado, Fulkan se lanzó hacia el espíritu que le había atacado, golpeándolo con su ahora ardiente y reforzado pu?o, lo cuál hizo que la criatura soltara un gru?ido gutural y comenzará a cambiar su forma, adoptando las características de un depredador.
Lumia se encargó del tercer espíritu, dejando que su rana aumentara su tama?o, y, estirando su lengua, tragara a la criatura de garras afiladas, la cuál fue purificada por la luz de su elemental.
El espíritu, ahora con forma de lobo, centró su atención en Terek, quien se encontraba cargando una nueva flecha ígnea, y de un salto, se abalanzó sobre este antes de que pudiera terminar su canalización, interrumpiéndola al obligarlo a saltar, esquivando el ataque.
—?Sirve de algo, distráelo! —Le gritó a Fulkan, quien apretó la mandíbula pero obedeció.
—?Perro estúpido, por aquí! —exclamó el pelirrojo, corriendo hacia su enemigo y propinándole un nuevo pu?etazo, ganándose así un gru?ido de la criatura.
Mientras tanto, Terek cargó su flecha, la cuál lentamente fue cambiando de color, pasando del naranja habitual al azul, y finalmente al púrpura. El aire se arremolinaba a su alrededor como respuesta al uso de la magia, y entonces, disparó.
Un destello morado recorrió el aire y se estampó contra el espíritu, causando una peque?a explosión que hizo a la bestia chillar, estallando en llamas que la purificaron, convirtiéndola en energía ambiental.
Agitados, Fulkan y Terek se giraron a ver a Lumia, quien acariciaba a su familiar, ahora de un tama?o más peque?o, con ternura.
Ella estaba intacta.
—Eso... fue impresionante —reconoció Fulkan, intentando darle un cumplido a su compa?ero.
—Por supuesto que lo fue —respondió el casta?o con orgullo—. Este es el verdadero poder de un Eidolon.
Fulkan comenzó a buscar con la mirada a su corcel, quien, afortunadamente, volvía galopando hacia ellos, haciéndolo suspirar con alivio.
Montaron nuevamente y continuaron su camino. Entonces, tras un tiempo de caminata, llegaron a un claro repleto de flores, las cuales destellaban suavemente con la luz de la luna. En el centro de este, había un enorme lago cristalino.
—?Son Lacrimas! —exclamó Lumia— ?Estamos de suerte!
Las flores eran extra?as, pues parecían estar hechas de vidrio, teniendo un aroma dulce, incluso podría decirse que empalagoso.
Cuando Fulkan desmontó y se acercó a una flor para recogerla, el agua se agitó, generando ondas, estirándose de formas antinaturales y tomando la forma de una gran serpiente líquida, cuyo interior parecía reflejar la infinidad del cosmos gracias al cielo nocturno.
—Retrocedan —La voz del espíritu, no femenina ni masculina, o tal vez las dos al mismo tiempo, se proyectó en sus mentes—. No están autorizados para tomar lo que la madre tierra no les ha regalado.
Por instinto, Fulkan alzó los brazos, listo para iniciar un combate de ser necesario, pero Lumia alzó su mano, deteniéndolo.
—Es un espíritu del lago, y uno antiguo... debemos tratarlo con respeto —explicó—. No venimos por codicia, es para un alquimista del Gremio, un sanador.
—Palabras oímos, pero pruebas no vemos —replicó la serpiente—. Muchos desean tomar las Lacrimas, pocos son los que dan algo a cambio.
Lumia dio un paso al frente.
—Entonces, espíritu del lago, toma como ofrenda parte de mi esencia mágica —alzando su mano, una esfera de luz se fue formando en esta—. A cambio de unas pocas flores, sólo las necesarias, ni más ni menos.
La serpiente estiró su cuerpo, acercándose a la muchacha.
—Acepto, hija del alba —respondió solemne—. Pero sí faltan a su palabra, entonces este lago será su tumba.
La joven asintió solemne, y tras tomar unas pocas flores, sonrió alegremente.
—?Gracias, se?or espíritu, nos retiramos, tenga una buena noche!
Eso había sido demasiado sencillo, lo que llevó al pelirrojo a hacerse una simple pregunta...
?Dónde estaba el truco?