Nelly observó con alivio al nuevo trío entrar por la puerta principal del gremio, con sus ropajes manchados de polvo y tierra, pero prácticamente intactos.
Al verlos, algunos cazadores alzaron sus vasos con cerveza a modo de reconocimiento, de saludo. La música no sonaba tan tarde en la noche, pero las conversaciones, algunas en susurros y otras a voces, no faltaban en ningún momento, pues la sede del Gremio siempre era transitada, fuera la hora que fuera.
Aunque ella no debía involucrarse sentimentalmente con los cazadores, pues sabía que su trabajo era arriesgado y nada bueno podría salir de relacionarse con ellos, no podía evitar sentir cierto alivio al verlos regresar casi intactos.
—?Han tenido una buena misión? —cuestionó cuando tuvo a Lumia en frente, quien había acordado en dar el informe— ?Qué tal el nuevo? ?Es fuerte?
—Tiene una magia extra?a —admitió—. Una magia híbrida ?No es eso impresionante? ?Es la prueba viviente de que los habitantes de dos reinos distintos pueden llevarse bien!
Nelly asintió, tomando una hoja y tinta para tomar notas.
—Por supuesto. Los híbridos son extra?os en estos días.
Mientras Lumia resumía los sucesos que tuvieron que vivir, Fulkan se encontraba cruzado de brazos a la espera de una oportunidad de despedirse de quien había sido su compa?era.
Terek se había marchado apenas tuvo la oportunidad, y Serelith no parecía estar por ninguna parte, por lo que sólo le quedaba esperar pacientemente a que Lumia culminara con el informe.
Tras unos minutos más, la peliverde llegó frente a él casi dando saltitos de la emoción.
—?Nelly dice que vayas a recoger tu parte del pago!
—Gracias, Lumia —dijo con una sonrisa sincera—. Me marcharé una vez lo tenga ?nos vemos ma?ana?
—?Por supuesto que sí!
Fue después de recibir su paga que finalmente se marchó a pasó rápido hacia su hogar, a través de las laberínticas escaleras y calles que daban a las casas flotantes.
Subiendo una última escalera, finalmente llegó a la taberna en la que vivía junto a su madre, notando que las antorchas yacían aún encendidas.
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—?Mamá? —murmuró al entrar— ?Qué haces despierta tan tarde?
Sarnai yacía sentada en una de las sillas, con rostro cansado. Un brillo de felicidad inundó sus ojos al ver que su hijo había vuelto de su primera misión.
—Te estaba esperando ?Has cenado?
él negó, poniendo una peque?a bolsa con monedas frente a ella.
—Está es mi paga de hoy, úsalo como quieras.
Sarnai lo observó confundida.
—Es tuya, Fulkan.
—En todo caso, es de ambos —él se encogió de hombros—. Sólo acéptala y date algún que otro gusto ?sí?
Dedicándole una sonrisa a su madre, se dio media vuelta.
—Ve a descansar, veré que puedo cocinarme para cenar.
Sarnai quería quedarse a acompa?arlo, pero el cansancio que sentía era tanto que terminó por asentir, despidiéndose del joven y marchándose a su habitación, ubicada en el piso superior.
Fulkan se dejó caer en una de las sillas con un suspiro, permitiéndose relajarse tras un largo día.
—Tal vez debería escribir un diario —reflexionó, observando las heridas cauterizadas de sus manos, un peque?o coste por utilizar su magia—. Agghh... Realmente no tengo ganas de cocinar.
Permitiendo a su cabeza descansar sobre la mesa, antes de darse cuenta, se había quedado dormido. No supo cuanto tiempo estuvo en los dominios de Nocda antes de que un grito lo levantara de un salto, poniéndolo en alerta.
Corrió hacia la habitación de su madre, adentrándose en ella y encontrándose con una visión que siempre le destrozaba; ella estaba hecha un ovillo, abrazando sus piernas y con los ojos llorosos tras una de sus recurrentes pesadillas con aquellos días en los que había estado cautiva. La luz de la antorcha que Fulkan portaba la cegó por un momento.
—Mamá... —él se acercó con lentitud, y la expresión de terror en los ojos de Sarnai fue como una patada. A veces, el trauma le jugaba una mala pasada y lo confundía con alguno de aquellos hombres— Soy yo.
Ella pareció relajarse levemente al reconocerlo.
—Fulkan, yo... lo siento tanto.
—No hay nada de lo que disculparse.
él quería abrazarla y consolarla, pero sabía que no era el momento, no cuando las imágenes, las sensaciones, los recuerdos, estaban tan frescos.
—?Deseas que te prepare un té para dormir? —intentó animarla con aquella sonrisa que tanto lo caracterizaba, y ella le dedicó una débil sonrisa también.
—Estoy bien, sólo ha sido otra pesadilla —intentó tranquilizarlo, su voz sonaba ronca por haber estado durmiendo minutos atrás—. Ve a descansar, lamento haberte despertado.
Fulkan asintió.
—Está bien —susurró con voz suave—. Descansa.
Sarnai contuvo las ganas de llorar, nunca lo admitiría, pero odiaba lo mucho que su hijo se parecía físicamente a aquel hombre, y en el fondo, Fulkan lo sabía.