Al entrar, las conversaciones cesaron de inmediato, y los susurros no se hicieron esperar.
— ?No es Dangerk? — susurró un dios, curioso.
— Primera vez que lo veo. Pareja que va a matarme solo por existir — comentario otro, algo nervioso.
— Cállate, es hijo de un dios superior. Te vas a meter en problemas — respuesta uno más, dándole un peque?o codazo al primero.
— ?Pero no es un híbrido? — duda otro dios, algo confundido.
— Sí, pero su fuerza se compra, o incluido supera, a la de algunos dioses normales — aclaró el primero, bajando la voz al notar que todos los murmullos cesaban.
Dan no les prestaba atención. Ya estaba acostado a que lo miraran de esa manera. Cada vez que lo veían, lo asociaban con su padre, el dios de la muerte, uno de los dioses superiores que formaban parte del Consejo Divino, junto a los dioses de la vida, los juegos, el tiempo, el destino, el conocimiento y la justicia.
— ?DAN! — se escuchó de repente. Era Areskar, el dios de la guerra, gritando como siempre.
— Ya, ya... eres un dolor de cabeza — replicó Dan, aunque no lo pareciera, Areskar y él eran muy amigos, casi como hermanos.
— Es un gusto verte, Dan — dijo una voz suave desde el otro lado de la mesa. Era Misha, la diosa del amor, y esposa de Areskar.
— Es un gusto verte también, Misha — respondió Dan, sin emoción, casi como un autómata.
— ?Oh! Parece que no quisieras verme — dijo Misha, sonriendo. Luego movió la cabeza en dirección a otro lado de la mesa. — Aparte, ellas te estuvieron esperando.
Dan siguió la dirección de su mirada y vio a sus cuatro prometidas: Ignis, diosa del fuego; Nerina, diosa del agua; Virella, diosa de la tierra; y Ceresia, diosa de la cosecha. Las cuatro lo miraban con atención y, sin perder tiempo, se acercaron a la mesa.
— ?Volviste! — exclamó Ignis, la más energética de las cuatro.
— Espero que no haya habido problemas — comentó Nerina, la más seria del grupo.
— Escuché que te invocaron, ?es cierto? — dijo Virella, la más tímida, especialmente cuando no estaba con personas que conocía bien.
— Hola, querido, espero que te encuentres bien — dijo Ceresia, la más cari?osa, actuando como una verdadera esposa.
Las cuatro diosas se sentaron alrededor de Dan y, como era de esperarse, lo bombardearon con preguntas.
— ?Y cómo te fue? ?Destruiste algo? — preguntó Ignis con entusiasmo.
— Espero que no, ya tienes suficiente mala fama — comentó Nerina, cruzándose de brazos.
— Solo espero que no intentaran nada malo contigo — dijo Virella con cierta preocupación.
— No creo que Dan haya hecho algo así sin motivo... ?o sí, querido? — preguntó Ceresia con una sonrisa.
Dan suspiró, entrecerrando los ojos.
— ?Por qué clase de animal me toman? — dijo con un tono ligeramente molesto, lo que provocó las risas de los presentes en la mesa.
— Discúlpame, amigo, pero… bueno, eres tú. ?Recuerdas lo que pasó hace 120 a?os? — dijo Areskar con una sonrisa divertida.
— Sí, sí, no me lo recuerdes… Esos idiotas se lo merecían — respondió Dan con fastidio al recordar aquel incidente. — En fin, ?alguna novedad? — a?adió rápidamente, desviando el tema.
— Pues hemos logrado que nuestras iglesias intercambien materiales, medicamentos y comida cuando sea necesario — explicó Misha.
— Sí, intentamos incluir a los de tu iglesia, pero tus devotos se negaron a aceptar cualquier cosa que no aprobaras tú primero. Si pudieras hablar con ellos… — agregó Areskar.
Dan se llevó la taza de té a la boca con calma.
— Ese sacerdote no me dijo nada… Tendría que haberle dado un golpe — comentó con total naturalidad.
— Tal vez lo olvidó, déjalo pasar — dijo Misha con una sonrisa indulgente. Luego, cambiando de tema, preguntó — A todo esto, ?cuánto creen que durará el Rey Demonio esta vez?
Era una apuesta recurrente entre ellos. El Rey Demonio resucitaba cada cierto tiempo, solo para ser derrotado por los héroes de la nueva generación. Era un ciclo sin fin, y cada vez hacían apuestas sobre cuánto tiempo duraría y cuánto tardaría en resucitar.
— Yo apuesto que durará dos a?os y tardará 200 a?os en volver — dijo Misha con confianza.
— Yo también creo que dos a?os, pero que tardará 300 a?os en regresar — siguió Areskar.
— Mmm… un a?o y 500 a?os — dijo Ignis, pensativa.
— Puede que Ignis tenga razón y solo dure un a?o, pero creo que tardará 400 a?os en resucitar — opinó Nerina.
— T-tal vez… tres a?os y 300 a?os — dijo Virella con cierta duda.
— Yo creo que será un a?o y solo 100 a?os para su resurrección — comentó Ceresia.
Ignis arqueó una ceja.
— Oye, Ceresia, ?no crees que eso es muy poco tiempo?
— Sí, pero escuché por ahí que Dan entrenará a los héroes de esta generación — dijo con una sonrisa, mirando directamente a Dan.
El silencio se apoderó de la mesa mientras todos procesaban la información. Luego, en un solo instante:
— ?????QUéEE??!!! — gritaron al unísono, inclinándose hacia Dan.
— ?Dime, dime! ?Por qué aceptaste? — exclamó Ignis, acercándose peligrosamente.
— Oye, amigo… ?seguro que no los vas a matar? — bromeó Areskar con una risa burlona.
— Bueno, supongo que no lo harías gratis, ?verdad? Tal vez pediste algo a cambio — sugirió Misha, llevándose un dedo al mentón.
— Inteligente… No hacer nada gratis, un buen trueque siempre es mejor — pensó Nerina en voz alta.
— Mmm… ?pero qué pediste? Espero que no haya sido otra mujer… — murmuró Virella, sobrepensando la situación.
— Tranquila, solo pidió que desmantelaran las dos iglesias dedicadas a Glam — respondió Ceresia con naturalidad.
Dan parpadeó, sorprendido.
— ?Cómo sabes todo eso?
Ceresia tomó un sorbo de té antes de responder.
— Tengo devotos por todas partes… incluso en el castillo. Al fin y al cabo, todos necesitan bendiciones para sus cosechas, ?no?
Dan suspiró, recostándose en su asiento.
— Solo espero que no los uses para espiarme.
— Jamás haría eso. No quiero que mis devotos terminen heridos — respondió ella con una sonrisa tranquila.
Areskar, con los brazos cruzados, se inclinó un poco hacia Dan.
— Oye, amigo… ?Glam ya lo sabe? Digo, ustedes están en muy malos términos y ahora esto…
Dan esbozó una sonrisa burlona.
— ?Te preocupa que Glam me lastime?
Areskar bufó.
— No, solo no quiero escuchar que Glam terminó muy mal herido por pelear contigo… otra vez.
— Tranquilo, eso no pasará — dijo Dan con confianza.
Pero, de repente, un grito lleno de enojo resonó en el anfiteatro.
— ??DAAAANNN!!
La puerta se abrió de golpe, y allí estaba Glam, el dios de la riqueza. No parecía nada contento.
— Vaya, llegó el ladrón — comentó Dan con calma, tomando un sorbo de té.
— ?Se puede saber qué te pasa? ??Desmantelar dos de mis iglesias solo para entrenar a unos humanos!? ??Qué demonios te pasa, maldito!? — espetó Glam, su rostro rojo de furia.
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— Vaya, el rey sí que es rápido — dijo Dan tranquilamente mientras intentaba agarrar un poco de pan caliente.
Glam golpeó la mesa con fuerza.
— ?No me ignores, te estoy preguntando algo!
Dan suspiró, llevándose el pan a la boca.
— Lo sé, y te estoy ignorando. ?Acaso no lo notas? ?O el brillo del oro te ha dejado ciego?
— Vamos, Glam, es para entrenar a los héroes de esta generación — intervino Misha, intentando calmar las cosas.
— No te metas, esto no es asunto tuyo — replicó Glam con molestia.
Areskar entrecerró los ojos y, sin pensarlo dos veces, desenvainó su espada.
— No le hables así a mi esposa, basura.
Dan apoyó un codo sobre la mesa y miró a Glam con una sonrisa burlona.
— Escucha, Glam… Eres una desgracia. Solo das tu bendición a quienes pueden pagar tus tarifas absurdamente altas. Solo los ricos pueden acceder a tus iglesias. Más que el dios de la riqueza, deberías llamarte el dios de la avaricia.
— ?CáLLATE, MALDITO HíBRIDO! — rugió Glam, fuera de sí.
Dan se puso de pie de golpe y, con un solo movimiento, invocó su guada?a, Evelyn.
— Recuerda que este híbrido te dejó muy malherido la última vez… y no me importaría hacerlo de nuevo.
Glam tragó saliva. Sabía que enfrentarse a Dan no era buena idea, y menos ahora que poseía a Evelyn, una de las pocas armas capaz de da?ar a otros dioses.
— Esto no se quedará así — gru?ó entre dientes antes de darse la vuelta y marcharse furioso.
— No te atrevas a acercarte de nuevo aquí… ni a mis prometidas, idiota — le advirtió Dan antes de hacer desaparecer su guada?a.
Areskar dejó escapar un suspiro.
— Alguno de ustedes dos va a terminar muerto un día… — comentó, volviendo a sentarse y tomando otro sorbo de té. — Dan, tu padre se va a enojar si se entera de que sacaste a Evelyn en el anfiteatro.
— No tiene por qué enterarse. En fin, ma?ana tendré que entrenar a los héroes, así que me voy a dormir. — Dan se estiró antes de terminar su té.
De pronto, Virella se removió en su asiento, algo nerviosa.
— E-espera… — murmuró, jugando con su cabello, un hábito que tenía cuando estaba insegura. — Ma?ana teníamos nuestra cita los cinco, ?recuerdas? P-pero bueno, si estás ocupado, no hay problema…
Dan la miró y sonrió con tranquilidad.
— No dije que cancelaría nuestra cita. Solo la tendremos mientras entreno a los héroes.
Se puso de pie y miró a sus cuatro prometidas.
— Prepárense, ma?ana tendremos nuestra cita.
— ?Sí! — respondieron las cuatro al unísono, emocionadas.
Mientras Dan caminaba por el pasillo, un Mensajero de Luz apareció frente a él.
—Se?or Dan, su padre lo llama. Está en el Consejo —informó el peque?o ser.
—Está bien, gracias por avisar, peque?o —respondió Dan, acariciando suavemente su cabeza.
—Es mi deber, se?or. Ahora, si me disculpa, tengo más mensajes que entregar —dijo el mensajero antes de desaparecer rápidamente.
"?Qué querrán ahora?" pensó Dan. El Consejo Divino, donde solo los dioses superiores tenían un asiento: Vida, Muerte, Destino, Conocimiento, Justicia, Juegos y Tiempo.
—Bueno, iré a ver. Puede que madre esté con padre —murmuró, mientras se dirigía hacia la gran sala del Consejo.
Al llegar ante la imponente puerta, tocó un par de veces, pero no obtuvo respuesta. Frunció el ce?o y volvió a tocar con más fuerza hasta que una voz juguetona se escuchó desde el otro lado.
—?Contrase?a? —preguntó la voz infantil.
Dan suspiró.
—No puede ser otra vez... Se?orita Nyxara, necesito pasar. Mi padre me está esperando.
—Esa no es la contrase?a. Te quedan dos intentos —respondió la voz burlona.
Dan cerró los ojos con paciencia.
—Por mi padre… ?Consejo?
—Incorrecto. Te queda una oportunidad.
—?Hora de jugar?
—?Incorrecto! Lo lamento, no puedo dejarte pasar —dijo Nyxara con tono travieso.
Dan ya estaba a punto de frustrarse cuando una voz mucho más grave y autoritaria retumbó al otro lado.
—?NYXARA, BASTA! Déjalo pasar de una vez.
—Viejo amargado... —murmuró la diosa de los juegos con fastidio—. Está bien, puedes entrar.
La puerta se abrió lentamente, revelando un largo pasillo iluminado por una luz etérea. Dan avanzó con pasos seguros hasta llegar a la gran cámara del Consejo, donde siete figuras divinas estaban sentadas en sus respectivos tronos:
- Vida, la Diosa de la Vida ??
- Nyxara, la Diosa de los Juegos y la Diversión
- Aegirion, el Dios de la Justicia
- Moira, la Diosa del Destino
- Thalmos, el Dios del Conocimiento
- Solorix, el Dios del Tiempo
- Veniara, el Dios de la Muerte y su padre.
Dan alzó una ceja, cruzando los brazos.
—Bueno, aquí estoy. ?De qué se trata esta vez?
Aegirion, el dios de la justicia, lo miró con seriedad mientras sostenía una balanza en su mano.
—Más respeto, muchacho. Recuerda dónde estás.
Dan rodó los ojos y se llevó las manos a la nuca.
—Como digas, viejo.
Antes de que Aegirion pudiera responder, una voz infantil y animada resonó en la sala.
—?Oye, oye, oye! ?Dan, aquí, aquí, aquí!
Era Nyxara, la diosa de los juegos. Aunque su apariencia era la de una ni?a de 10 a?os, en realidad tenía más de 9,000 a?os.
Dan la saludó con una ligera sonrisa.
—Se?orita Nyxara, es un gusto verla.
La diosa de los juegos sonrió de oreja a oreja.
—?Qué lindo! Es educado~ —dijo, balanceándose en su asiento con diversión.
Thalmos, el dios del conocimiento, suspiró con impaciencia.
—Ya basta. Lo trajimos aquí por un asunto importante.
—Está bien, está bien… qué aburrido —murmuró Nyxara, inflando las mejillas.
Finalmente, Veniara, el dios de la muerte y padre de Dan, habló con voz grave.
—Hijo, me enteré de que te invocaron. ?Qué sucedió?
Dan se encogió de hombros.
—Pues… me pidieron que entrene a los héroes de esta generación.
Un silencio momentáneo se apoderó de la sala mientras los dioses procesaban la información.
Vida fue la primera en hablar.
—Vaya… esto es inusual. Pero si ya establecieron un contrato, no podemos hacer nada.
Thalmos ajustó sus gafas con una expresión pensativa.
—Es extra?o que invoquen a un híbrido. Hay otros dioses que estarían dispuestos a entrenar a los héroes.
Nyxara se rio suavemente, como si todo fuera un juego para ella.
—?Esto es divertido! El peque?o Dan fue invocado. ?Qué entretenido!
Moira, la diosa del destino, cerró los ojos con un aire de misticismo.
—El destino es incierto… No puedo ver el de Dan ni el de los héroes ahora que están con él.
Aegirion asintió con seriedad.
—Si ya establecieron un contrato, no se puede romper… a menos que una de las partes no cumpla su parte del acuerdo.
Nyxara se giró hacia Solorix, el dios del tiempo.
—?Y tú qué opinas?
Solorix, quien hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente habló.
—Si Dan los entrena, tal vez tengan una oportunidad… Pero enfrentarse al rey demonio es otro asunto. En esto, yo no puedo interferir.
Veniara observó a su hijo con calma antes de sonreír levemente.
—Yo confío en mi hijo. Si lo invocaron a él, es porque están seguros de que hará un buen trabajo.
— Padre, creo que me invocaron solo porque sabían que yo los entrenaría más rápido — dijo Dan levantando la mano. — Sabes que ellos saben que no me agradan — a?adió mientras apoyaba la mano en su nuca.
— Bueno, tienes un punto. No te invocarían a propósito si no estuvieran desesperados — dijo Veniara.
— ?Por lo que pasó hace 120 a?os? — preguntó Vida.
— Yo creo que el peque?o Dan hizo bien, esos se?ores solo lo invocaron por capricho — dijo Nyxara inflando las mejillas.
— No importa cuál fue la razón, el aquí presente dejó ese reino reducido a cenizas — dijo Aegirion.
— Siendo sinceros, a ese reino no le quedaba mucho tiempo. Su destino sería peor que el que Dan les dio — dijo Moira.
— Aparte, dejó escapar a los ni?os y parejas que esperaban hijos — agregó Solorix.
— Ya me dieron un buen rega?o de parte de mi madre por eso — dijo Dan bostezando.
— Si lo recuerdo bien, estuviste castigado 50 a?os, jajaja — agregó Veniara.
— Tienes suerte de que a ti no te castigó nunca — dijo Dan.
— Yo sé ocultar mis errores muy bien, hijo — dijo Veniara con un tono burlón.
— Entonces le diré que perdiste dinero apostando con Solorix — dijo Dan sonriendo.
— ?Wow, wow, wow, tranquilo, hijo! No hay por qué decirle nada a mamá — dijo Veniara tratando de persuadirlo.
— Si no le dices, no me hará devolverlo — dijo Solorix gui?ando un ojo.
— ?Todos le tienen miedo a mi madre? — preguntó Dan.
— ?Sí! — respondieron los siete dioses al mismo tiempo.
— Si, yo igual — agregó Dan.
Vida tosió para desviar el tema. — Ok, necesitamos hablar de algo. Dan, tengo entendido que pediste desmantelar dos iglesias dedicadas a Glam para entrenar a los héroes — dijo mientras lo miraba, sin hacer contacto visual con los demás dioses.
— Pues podía pedir lo que quisiera como recompensa, así que pedí eso. Aparte, es parte del castigo de Glam por tratar de seducir a mis prometidas — dijo Dan con una sonrisa.
— Jajaja, se lo merece — agregó Nyxara.
— Como sea, Dan, escucha. El trato ya fue sellado, nosotros no podemos hacer nada, pero tampoco podremos intervenir si las cosas se salen de control con Glam — le advirtió Vida.
— Bueno, si ya acabó nuestra charla, tengo cosas que hacer. ?Y padre, madre está? — dijo Dan para terminar pronto con la reunión.
— Creo que está en los campos, lo que significa que no volverá hasta muy tarde — respondió Veniara.
— Está bien — respondió Dan.
Los campos eran una de las "zonas" a las que solo los dioses superiores y aquellos a quienes se les diera permiso podían acceder. Dan no podía ir porque era un híbrido, y tampoco quería, ya que esos lugares lo mareaban.
— Está bien, padre, nos vemos después. Adiós, dioses, adiós, se?orita Nyxara — dijo Dan levantando las manos mientras se dirigía hacia la salida de la cámara.
— Adiós, Dan, te extra?aré — gritó Nyxara.
— Adiós — dijeron los demás dioses al unísono.
— Adiós, le diré a tu madre que le mandas saludos, hijo — dijo Veniara.
Y así, Dan se dirigió a su habitación. Hoy había sido un largo día. Dejó su traje en el perchero y se acostó agotado. Tendría que ba?arse, pero no tenía ganas.
— Me ba?aré ma?ana — murmuró antes de cerrar los ojos y quedarse dormido.
En su sue?o, Dan estaba en un lugar oscuro. Este era un sue?o recurrente, así que empezó a caminar por el lugar. No se escuchaba nada, y ni siquiera podía invocar a Evelyn. Dan siguió caminando por ese lugar, siempre igual, hasta que sintió la mirada de seres grandes que lo hacían arrodillarse. Aunque luchaba por ponerse en pie, no podía. Uno de los seres extendió su mano y aplastó a Dan. En ese momento, Dan despertó.
— Otra vez ese sue?o — murmuró. Cuando sus sentidos volvieron, notó que golpeaban la puerta.
— ?Un momento! — dijo, y los golpes cesaron. Se vistió y abrió la puerta, donde cuatro chicas le dieron los buenos días.
— Buenos días, dormilón — dijeron sus cuatro prometidas.
— Estuvimos golpeando un buen rato, ?qué pasó? — preguntó Ignis.
— Sí, usualmente abres rápido, odias que te despierten — comentó Nerina.
— S-si te sientes mal, solo dilo — dijo Virella.
— No parece que tengas fiebre — dijo Cerelia, tocando la frente de Dan.
— ?él se puede enfermar? — preguntó Ignis.
— Supongo que sí, sigue siendo parte humano — respondió Cerelia.
— Estoy bien, solo un mal sue?o — dijo Dan. — Necesito un ba?o, en un rato vuelvo — comentó mientras agarraba un cambio de ropa.
— Si quieres, te acompa?amos — dijo Ignis con una sonrisa.
Las demás se avergonzaron un poco. Ver a Dan sin ropa sería algo... bueno, pero aún no estaban casados. ?Eso se podía hacer? Según las relaciones humanas, algunos lo hacían y otros esperan hasta el matrimonio. — No, gracias. Quiero estar solo, pensando en mis cosas — dijo Dan, interrumpiendo el pensamiento de las chicas. — Espérenme en la puerta, no tarde mucho.
Y así se fue al ba?o, mientras las chicas se quedaban pensando. Hoy sería el entrenamiento de los héroes. Dan no será muy duro con ellos... ?verdad?